Que obsesión tienen algunos con los símbolos, parece como si su vida dependiera de un escudo, una bandera o cualquier otro objeto que les garantice mínimamente su pertenencia a algo. Ese algo puede ser una cofradía, un club deportivo, un club de fans, unos principios o un trozo de tierra.
Yo personalmente soy de los que piensa que un hombre y una mujer, no necesitan mas equipaje que su propia vida para poder pasearse por este mundo sin necesidad de tanta carga ornamental, que en ocasiones es bastante pesada, sobre todo si tu equipo preferido es siempre de los que, bueno, digamos que pierden mas que ganan. A todos los que llevan esta honrosa carga les respeto y hasta en ocasiones les admiro, aunque ellos me miren a mi como un bicho raro por no compartir su modo de vida tan particular. Creo sinceramente que viviríamos mejor si fuéramos capaces de despojarnos de tanto ornamento, y ser, aunque sea por una sola vez, nosotros mismos.
Sé que en este mundo tan complicado que nos toca vivir, donde la soledad en muchas ocasiones hace estragos en las personas, sentir que formas parte del clan, que tus ideas convergen con el resto, puede hacerte la vida mas llevadera. Todo esto lo entiendo, como entiendo que los lobos marquen su territorio para ahuyentar a otros lobos, y los ñus crucen el Masai Mara. Pero lo que no entiendo es el empeño que algunos tienen por hacernos creer que ciertos símbolos son “suyos y nada mas que suyos”. Me estoy refiriendo a la bandera, nuestra bandera, la bandera de todos los españoles del norte y del sur, del este y del oeste, insulares o peninsulares, conservadores o progresistas... La Bandera (Art. 4 de La Constitución) tiene tres franjas, roja, amarilla y roja, siendo la amarilla el doble de grande que las restantes, y sin dueño. Mejor dicho, sí tiene dueño, todos nosotros, los ciudadanos de este país… Esto es tan sencillo, casi de Perogrullo, que es a veces difícil de entender por la gente del pensamiento único, aquellos que defienden el totalitarismo ideológico. Y puestos ha ser sinceros diré que les entiendo, han vivido durante siglos el monopolio de las ideas, las músicas y los colores y los nuevos aires siempre les produce resfriado, será por eso que siempre salen arropados.
Confiemos en que una lectura sosegada de nuestra constitución, un poco de saludable ejercicio democrático, y una gran dosis de tolerancia hacia quien no comparte sus mismas ideas les sirva de eficaz vacuna.
Adrián Heras
Juventudes Socialistas de Chamartín